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Una razón

12 de mayo de 2025 Leave a Comment

¿Qué borraría yo? O mejor dicho, ¿qué dejaría?. 

Tal vez suene drástico usar una goma de borrar, pero me tomo el lujo. ¿Por qué no? Si pudiera eliminar, aunque fuera por un instante, aquello que me consume, arrancaría de raíz absolutamente todo, sin importar las consecuencias. Lo haría sin dudar, arrasaría. 

Borraría esos latidos violentos en el pecho que me recuerdan que, contra todo pronóstico, aún sigo aquí. La sensación de asfixia, esa fuerza que empuja a mi cuerpo contra la cama cada día, como si fuera parte de una rutina inquebrantable. Mientras tanto, el mundo sigue, y es evidente que nadie se percata, nunca lo han hecho, ni lo harán. Borraría la culpa que me persigue y me sofoca, esa soledad que pesa toneladas a mis espaldas. Y el miedo, ese estúpido miedo a mirarme en el espejo, a fracasar, a sentirme menos válida de lo que me suelo sentir. 

Si existiera un botón, lo presionaría hasta romperlo. Borraría todo. Las conversaciones cargadas de hipocresía, con sonrisas que no significan nada, con miradas que aparentan buscar pero que en realidad “les importa una mierda”. Borraría esas voces que cuchichean detrás de mí, los silencios que pesan más que las palabras. Y las lágrimas, tantas malditas lágrimas que caen en baños fríos, en bancos solitarios, en esa almohada que ya ni siquiera me ayuda a descansar. Pero la vida sigue como si nada y miles de voces me recuerdan que no es para tanto, pero yo… Yo estoy atrapada, estancada en ese algo que empezó hace mucho y que no deja de perseguirme allá a donde vaya. Me aplasta, me corrompe, me hace olvidar quien soy. 

Borraría las interminables tardes de consultas que solo me llenan de números rojos la cuenta. Borraría la indiferencia de mi entorno y el dolor que me causa. Borraría ese diagnóstico del psicólogo, ese absurdo informe que se convierte en una condena y hace que mis días sean una tortura. Quisiera borrar todo. Absolutamente todo.  Pero entonces me pregunto, ¿quién sería yo si borrara todo esto? Quizá borrarlo sería acabar con lo poco que queda de mí. Aunque me aplaste, me corrompa y me haga olvidar quien soy. 

Lo único que tengo claro, es que antes de tomar esa decisión, escribiría una carta. Y eso significa que, por muy tentador que sea pulsar ese botón, aún hay un motivo para no hacerlo. Una razón para seguir adelante. 

Iraia Ostiz Viamonte

Filed Under: Número 4, Opinamos

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