La generación Z es aquella nacida entre 1997 y 2012. La mayoría de la gente nos llama “generación de cristal» o “los tecnológicos”. Desde mi punto de vista, esta generación es una mezcla de muchas cosas. Cada joven tiene sus gustos, sus maneras de ser o su educación, en algunos casos, maneras muy distintas a las de cada generación y cada joven.
Sí, somos como cristales porque somos frágiles y débiles, pero también somos como rocas porque somos duros con mucha otra gente. La mayoría de nuestros problemas mentales radican en que entre nosotros mismos nos hacemos daño: nos criticamos, nos juzgamos, nos envidiamos… O porque tenemos ideas muy distintas a las de las personas mayores y no llegamos a los mismos acuerdos.
Muchos jóvenes solo fingen tener problemas mentales o personales para recibir más atención o para creerse superiores. ya que en esta época se ha normalizado tener problemas psicológicos. Considero que en nuestra generación existen dos tipos de personas: los que quieren pasárselo bien sin importarles nada ni nadie, que critican, juzgan y pasan de todo y de todos drogándose, o los que quieren centrarse en ellos mismos y pasarlo bien sin hacer daño a nadie.
Por otra parte, creo que somos mucho más superficiales. Ya no somos románticos, no nos decimos cosas bonitas ni nos dedicamos cartitas de amor. No nos mandamos flores y tampoco nos centramos en lo bonito de una persona si no solo en el físico, en el si “está buena”. Ahora solo queremos pasar una noche con una persona o besarnos con ella para poder decir “yo estuve con esa” o “yo tuve relaciones sexuales con ella”. Y, de este modo, tener la aprobación de muchos.
Si ahora nos embarazamos jóvenes nos llaman de muchas maneras muy feas, pero si hubiese sido en otra época, hubiera sido lo normal. Ahora no todos tenemos en nuestra mente casarnos con el primero que nos haga feliz ni tener una familia. Queremos experimentar con mucha gente, hasta con los de nuestro mismo sexo. Pero eso no quiere decir que sea malo, si no que queremos ser felices con alguien que nos trate mejor y sentirnos cómodos con ella.
Siento que nos dejamos llevar por lo que nos dictan otras personas, por lo que vemos de amigos, oímos de canciones o vemos desde las redes. Si comprobamos que mucha gente hace algo, corremos y hacemos lo mismo. Esto se acentúa en las redes sociales, donde vemos a gente bebiendo y fumando, pasándolo bien sin valorar las consecuencias. A este respecto, los jóvenes hemos empezado a consumir alcohol y drogas desde muy jóvenes. Si sales un fin de semana por alguna urbanización verás a jóvenes de muy poca edad bebiendo con sus amigos, o niños muy pequeños con un vaper. Las drogas comienzan a consumirse desde más mayores, pero sin pasar la mayoría de edad. Y esto es debido a que nos causa curiosidad saber cómo se siente y así presumir de hacer cosas de adultos.
Ahora salimos de fiesta, vestimos como queremos, somos libres de ser quien queramos ser porque nosotros mismos hemos elegido esto. Y es difícil ser joven porque no nos aprobamos entre nosotros, y mucho menos entre las otras generaciones. Recibimos quejas, insultos, palabras que nos afectan. Por nuestra manera de vivir la vida o por nuestra manera de vestir. Ahora si salimos con una falda, vestido, o un top que muestre mucho nos critican. Y por eso mismo somos más frágiles, porque cada joven tiene su vida, tiene sus dificultades, y necesita tener la aprobación constante de tanta gente.
Es cierto que somos adictos a muchas cosas: al celular, a las drogas, a las redes sociales…. Porque hemos aprendido de los mayores. Somos como niños, hacemos lo que vemos, lo que aprendemos de otros.
También considero que somos más difíciles de tratar porque no tenemos los mismos pensamientos que los adultos. Queremos vivir la vida a nuestra manera sin que nos importe nada. Queremos ser felices sin que nos pongan pegas y sin que nos contradigan. Por eso tenemos más problemas con nuestra familia, o con los de otras generaciones, porque queremos ser libres y experimentar la vida a nuestro gusto. En conclusión: los jóvenes somos muy distintos entre nosotros, y mucho más distintos a nuestros mayores. Queremos ser felices sin tener que recibir insultos de otros por nuestra manera de vivir: Queremos pasar horas con el móvil metidos en redes sociales viendo qué hace otra gente o hablando con nuestros amigos. A la mayoría de los jóvenes no les importa lo que piensen de ellos. Pero a muchos de nosotros sí. Por eso mismo nos volvemos frágiles, porque no recibimos el amor ni la aprobación de nuestro entorno inmediato.
Leyre Yuliana
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