Si uno, puede que con algún tipo de experiencia cercana o no con la droga, se pone a pensar, puede afirmar que es evidente que las drogas matan y que se lucha contra ellas, pero no se gana. Ahora, ¿qué hacer? Legalizar.
Antes que nada, cabe señalar que lo que mata no es la droga, “lo que mata es la ignorancia”, tal y como señalaba el experto en drogas Antonio Escohotado. Las drogas han estado acompañando a la humanidad desde siempre. Algunos de estos fármacos son, por ejemplo, el opio, la marihuana, la DMT (Dimetiltriptamina), el coyote o el azúcar, que sí, es una droga. Por otra parte, las drogas siempre han tenido una serie de funciones algunas sociales, otras medicinales: las drogas curan; por ejemplo, la mandrágora es una planta cuya hoja es un perfecto laxante y su raíz tiene efectos narcóticos que, en una correcta dosis, ayudan a conciliar el sueño; las drogas han servido como rito de iniciación o paso en muchas culturas; por ejemplo, los indios algonquinos, de Canadá, han usado desde hace muchos siglos el Wysoccan, una droga más potente que el LSD que hacía al consumidor olvidar sus recuerdos infantiles, introduciéndole en la madura adultez; y, por último, las drogas ayudan; la MDMA (Metilendioximetanfetamina) es una droga empatógena, es decir, que altera las emociones y ayudan a la socialización, el buen pensamiento de uno mismo y a ver los problemas personales desde una perspectiva más objetiva.
Ahora bien, si la droga es tan efectiva, ¿por qué está prohibida? Porque la gente no sabe usarla. Gran cantidad de los consumidores de heroína, por ejemplo, ignoran en su mayoría lo que se meten en vena. Se trata de un opioide cuyo principio activo, que es aquello que crea efectos en el cuerpo, es la codeína, es el más adictivo que existe. De ahí su peligro. Se chutan por su efecto depresor y extremadamente relajante. Si legalizáramos las drogas con un correcto plan de concienciación de tóxicos, destinando las drogas blandas a su libre adquisición y las duras al ámbito médico y enseñando desde una pronta edad que las drogas existieron, existen y existirán siempre, se podría conseguir un mundo sin peligro por este asunto.
Con la legalización y monopolización en el Estado de las drogas, el narcotráfico perdería al menos un 90% de sus ganancias ilegales al vender ilegalmente algo más accesible por vías legítimas. Además, con la legalización, la gente dejará de ver la droga y su consumo como algo exclusivo y peligroso y se vería como algo normal y, repito, si se usa correctamente, funcional. Ello provocaría un enorme descenso en los casos de adicción. Casos, de hecho, no presentes hasta hace apenas 150 años en comparación con los más de nueve mil años de plantación y consumo de drogas. Y, sin embargo, los casos de adicción seguirán existiendo, como el resto de adicciones. Es un mal necesario. Las prohibiciones, en cuestiones sociales, como la conocida Ley seca dada entre 1919 y 1933, sólo aumentaron los casos de adicción, crimen y el tráfico ilegal. “La prohibición fomenta el consumo”, tal y como alega el ya mencionado Antonio Escohotado.
En definitiva, las drogas, con su extensísimo historial, nunca, hasta hace algo más de un centenar de años, han supuesto un problema y , si se enseñan sus funciones, capacidades y usos de una manera correcta, se podrán utilizar sin entorpecer la estabilidad social e individual y erradicando así los grandes problemas actuales relacionados con su consumo ilegal.
Nicolás Cardenal
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