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La figura de la mujer en la sociedad

12 de mayo de 2025 Leave a Comment

La mujer es y ha sido una parte esencial de la sociedad desde los inicios de esta misma; sin embargo, es despreciada e infravalorada. Esta idea ha acompañado el pensamiento de multitud de generaciones. Pese a que es un tema que en la actualidad se ha otorgado más importancia, aún hay una lucha por la igualdad de condiciones puesto que es un problema que nos afecta directamente en bastantes más ámbitos de los que somos conscientes. 

Históricamente, la mujer ha sido percibida como un ser inferior al hombre, una posesión que pasaba de padres a maridos en civilizaciones tan relevantes históricamente como la sociedad grecorromana, donde el “pater familias” o, en otras palabras, el cabeza de familia (papel reservado a los varones de esta misma) ejercía el poder absoluto sobre tanto propiedades como asuntos familiares. Esto implicaba que la mujer pasaba a ser de la propiedad de su padre a su marido y estaba sometida a la voluntad de este. Esta idea, pese a su antigüedad, sigue estando presente a lo largo de la historia. Cuando se estudia historia en colegios e institutos, las figuras femeninas muchas veces no son mencionadas o, si lo son, se las desacredita de su trabajo, pues no se concibe el concepto de que una mujer sea capaz de obrar un cambio o trabajo como tal. 

Un ejemplo es el caso de Safo de Lesbos, quien dedicó su vida a enseñar a otras mujeres poesía, música y arte, pero es considerada una musa, no poetisa. No se piensa en ella como artista, como dueña de sus propias obras o una pensadora de la época sino que se la considera una musa,  una simple inspiración para crear arte. Y este es el problema: pese a ser figuras con la misma importancia que varones en su misma posición, únicamente son considerados estos últimos. 

Estos pensadores a los que estudiamos como ejemplos o figuras importantes son los mismos que dan fuerza a estas mismas ideas. Pensadores como Rousseau, quien defiende en sus libros Emile y Sophia la idea de que el hombre tiene un intelecto mayor al de la mujer y, debido a esto, es superior y se les debería enseñar dispuestos a estas mismas ideas. Cito así algunas figuras relevantes históricamente e ideas que defendieron sobre la mujer: 

“A las niñas no les gusta aprender a leer y escribir y, sin embargo, siempre están dispuestas a aprender a coser.” Rousseau.

“Una mujer amablemente estúpida es una bendición del cielo.” Voltaire (Ilustrado francés del siglo XIX). 

“El fuerte de la mujer no es saber sino sentir. Saber las cosas es tener conceptos y definiciones, y esto es obra del varón.” Ortega y Gasset (filósofo español del siglo XX).

“En cualquier tipo de animal, siempre la hembra es de carácter más débil, más impulsiva y más atenta a ayudar a las crías.” Aristóteles (filósofo griego del siglo IV a. C.) 

“Las mujeres no son otra cosa que una máquina de producir hijos.” Napoleón (militar y emperador francés siglos XVII-XIX). 

Como se puede observar, todos estos hombres están separados por épocas muy distintas, a lo largo de las cuales el pensamiento humano ha ido evolucionando y creando nuevos ideales, pero esta idea inicial, —la mujer como ser inferior— perdura. Tanto es así que, históricamente, hay casos en los que muchas mujeres fueron acusadas de brujería por saber más de lo que deberían por los estándares de su época y ejecutadas por el crimen de tener conocimientos reservados al varón. Y, hasta la actualidad, por todas estas ejecuciones, la iglesia católica apostólica romana, la responsable de estas muertes, se ha disculpado únicamente de una: Juana de Arco.

La figura de la mujer es algo que se determina con los ideales que la sociedad a la que esta pertenece dictamina. Esto se refleja en muchos de los aspectos de la vida de una mujer: tanto su trabajo, como su labor en la sociedad, aspecto y pautas sociales. Sujetas a todas estas normas, la labor tradicional de la mujer es ama de casa que obedece a su marido. 

Esta posición se ve especialmente reflejada durante la Primera Guerra Mundial, donde la mujer era la responsable del hogar y de los niños, y se esperaba que se encargara de ello para ayudar y honrar a la patria mientras su marido luchaba en la guerra. Esta falta de hombres, sin embargo, ocasiona la falta de trabajadores para la creación de armas y transporte de estas. Dada la situación, la mujer afronta ambas posiciones, lo que marca una gran diferencia, pues se descubre que la mujer es capaz de más que ser ama de casa o un objeto perteneciente a su marido. 

Esto da pie a la lucha de los derechos de la mujer: el derecho a votar, a opinar como una parte de importancia de la sociedad, como más que un objeto o propiedad. El auge del sufragio femenino surge cuando la mujer consigue hacer ver que es capaz. No obstante, retrocede con el regreso del hombre,  pues reclaman su puesto y esto ocasiona un retorno a la posición anterior. Las cosas evolucionaron significativamente desde ese momento hasta la actualidad pero, ¿significa esto que exista actualmente igualdad de condiciones con respecto a los trabajos? 

Lamentablemente, no. El término “techo de cristal” es el nombre aportado a este problema. Se trata de la desigualdad entre trabajadores con respecto al trabajo: la diferencia salarial, el diferente trato pese a trabajar en la misma posición o el conjunto de normas no escritas que dificultan el acceso de la mujer a altos cargos. Esta dificultad impuesta a la mujer es debido a la creencia de que la mujer es incapaz de comprometerse tanto como un hombre con una empresa, puesto que esta tiene “limitaciones biológicas”. Con esto se refiere a un posible embarazo y los cargos familiares que esto impone a la mujer, por lo que se entiende que tener hijos es un impedimento hacia su avance a posiciones de altos cargos. 

Esto está probado por varios estudios, como por ejemplo “S=HE ¿Igualdad de oportunidades? Desarrollo profesional entre hombres y mujeres en España”, que demuestra que el 68% de sus empresas dan prioridad a la promoción masculina ante la femenina. Por si no fuera poco, la mujer está expuesta a su hipersexualización constantemente. La hipersexualización femenina es un conjunto de actitudes, expresiones, posturas, formas de vestir y de hablar asociadas a la mujer para aparentar ser más deseable hacia la percepción masculina. Con esto no solo se refiere a determinados comportamientos sino que el aspecto es fundamental, pues esto determina el valor de la mujer, volviendo a un pensamiento de nuevo totalmente misógino y antiguo. Y, pese a todo esto, la mujer muchas veces se aplica y sostiene a estos mismos criterios, porque es la manera que tiene de avanzar dentro de su entorno de trabajo o social. Mantenerse ante estos estándares de belleza y comportamientos puede llevar a problemas de autoestima, y eventualmente puede empeorar a trastornos psicológicos graves como trastornos de la conducta alimentaria, depresión y ansiedad.

Como en todo tema controversial, hay quienes discrepan, alegando que hoy en día la mujer está más protegida por la ley que el hombre,  que el feminismo es algo inventado por la mujer para tener más poder que el hombre y que las protestas ante el feminismo hacen más daño a la causa que aportación por su naturaleza violenta. 

Comenzando por el primer argumento, las leyes implementadas en favor de la mujer han sido implementadas por necesidad de equidad, puesto que derechos que les eran revocados ahora tienen valor. Continuando con esta línea, he de mencionar cómo la Constitución de nuestro propio país promete  proteger y dirigirse a los españoles a todos por igual, sin tener en cuenta el género del individuo, como se menciona en los artículos 9.2 y 14 de la Constitución Española. 

El feminismo es un movimiento que busca la igualdad —que no debe confundirse con el hembrismo, que es la búsqueda de superioridad del género femenino—. Como he explicado anteriormente, históricamente el hombre ha tenido una posición superior a la mujer. Lo que este movimiento implica es dejar atrás estos estereotipos e ideas anticuadas para poder crear una sociedad en la que, independientemente del género, todos sean iguales tanto ante la ley como a ojos de la sociedad. 

Con respecto a las protestas por los derechos de la mujer, las protestas son la forma de expresar descontento que tienen diferentes colectivos. Históricamente podemos mirar a las protestas de obreros para darnos cuenta que estas protestas son necesarias para crear cambios significativos en la sociedad y que, sin ellas, muchos de los derechos de los que gozamos hoy en día no estarían en uso. La sociedad de hoy en día se ha creado a base de conflictos que en algún momento han agravado a las masas, y este mismo descontento hace que se implementen nuevas leyes o que se conciencie de diferentes temas. No es una forma suave de mencionar un problema: es una queja. Como tal, este tipo de posiciones son una forma de interponerse al segundo artículo de los derechos humanos, pues no se está respetando lo que este derecho constituye: que todos debemos gozar de todas las libertades y derechos que cualquier otro individuo, independientemente de su raza, sexo, religión, opinión política u otra índole, origen nacional o social, o cualquier otra condición que al individuo afecte. Es decir, es negarse a respetar a la mujer como ser humano y, por lo tanto, atentar por sus derechos como tal. 

En conclusión, la figura de la mujer en la sociedad es una que se debería respetar más, y no actuar en causa es no respetar sus derechos humanos. Ideas misóginas como estas están ya anticuadas y no han hecho más que dañar el pensamiento y percepción de los individuos a nuestro alrededor, contaminando con un sentido de superioridad o inferioridad a todo aquel que se detenga a escuchar. Como se puede observar, estas ideas dañinas tienen repercusiones nefastas en la sociedad, por lo que se debe evitar la información falsa basada en acusaciones y centrándose en construir un futuro en el que gozar de derechos equitativos no sea un privilegio sino algo normal.

Amarylis Jáuregui Moreno

Filed Under: Número 4, Opinamos

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