A la sociedad actual le afectan cada vez más las opiniones ajenas. Todos nos sentimos obligados a cumplir con unos estándares canónicos que en muchos ámbitos son imposibles de lograr. Además sentimos la presión constante de no ser aceptados si no cumplimos estos requisitos, cuando esos estándares inalcanzables los hemos establecido nosotros mismos y son completamente subjetivos. A la hora de hablar sobre la belleza no existe un modelo universalmente aceptado por el cual guiarnos. Si estás en Finlandia ser una persona pequeña, rubia y con ojos y tez clara es ser aceptado por la sociedad ya que tu cuerpo y tu imágen son socialmente aceptados como bellos. Sin embargo si vas a el Congo con esas mismas características no te verán con buenos ojos puesto que allí los estándares de belleza son contrarios.
Por otra parte, los comentarios que recibimos sobre nuestro aspecto físico suelen afectar a nuestras conductas. Si una joven insegura de su cuerpo está comiendo y recibe una opinión no pedida sobre la cantidad de su almuerzo seguramente no se lo acabe o incluso ni se lo coma, y ese comentario se quede rondando en su cabeza por varios días. Creo que todos, en algún momento hemos recibido un comentario diciendo ¿Eso no es mucho?, ¿Vas a repetir?, ¿Qué delgado estás, comes bien? o ‘No comas tanto que no lo necesitas’; y esto puede repercutir en nosotros de manera negativa.
También es una realidad que en la sociedad tan globalizada y tecnológica en la que vivimos es inevitable compararse. Tras recibir un comentario sobre cómo te sienta una camiseta, o sobre tu pelo, comienza una batalla en tu cabeza. No paras de fijarte en otras personas que no reciben esos comentarios para intentar parecerte a ellas ya que crees que así te sentirás más aceptado. Esto puede derivar en conductas tóxicas ya que si te comparas con una persona que tu crees que es guapa (socialmente aceptada porque su físico es considerado atractivo) puedes alterar tus hábitos alimenticios o tu rendimiento deportivo solo para conseguir un objetivo: ser menos tú y más otra persona, arriesgando tu salud física y mental en el proceso.
En definitiva los comentarios sobre nuestro físico nos afectan de manera muy considerable si no tenemos la autoestima suficiente para saber que nuestro valor no se basa en nuestra belleza ni nuestro cuerpo. Al mismo tiempo, si se tiene en cuenta que la belleza es algo completamente relativo y subjetivo no deberíamos preocuparnos tanto por cumplir unos ‘requisitos’ sino que nuestra mayor inquietud debería ser aceptarnos y valorarnos tal y como somos, sin intentar ser algo que no es auténtico a tu yo real y sin miedo a ser diferente.
Lucía Iglesias
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