Hoy en día, los trastornos alimenticios se han convertido en una enfermedad mental más que frecuente en nuestra sociedad, especialmente en los jóvenes. Sin embargo, la diferencia en cantidad de hombres y mujeres que la sufren es muy notable, y la razón por la que esto sucede es intolerable.
Mujeres son nuestras madres, hermanas, abuelas, que nos dan amor y cariño incondicionalmente. Personas que nos aportan tanto y a las que la sociedad les devuelve tan poco. A diferencia del género masculino, ellas se someten cada día a ser juzgadas por su físico, durante toda su vida, de una manera despreciable. Por ello, inevitablemente acaban criticando su propio cuerpo, comparándolo con el modelo idílico del cuerpo femenino ignorantemente establecido por la sociedad.
En la vida diaria, todos hemos opinado sobre un físico ajeno sin ser conscientes de lo que puede llegar a causar en la mente de la otra persona, pero, ¿y si resulta que es una de las mujeres a las que quieres la que es juzgada? Quizá al conocer casos anónimos no parece tan realista, pero cuando dos de tus amigas han arriesgado sus vidas a costa de un TCA (trastorno de la conducta alimentaria), definitivamente es más preocupante. Por no hablar de las redes sociales, que conducen a una constante comparación entre los jóvenes de esta generación.
En definitiva, la sociedad está creando un sufrimiento innecesario a un grupo de personas imprescindible en la vida de todos. Mientras, nosotras debemos apoyarnos mutuamente, diferenciándonos de la típica conducta que se tiene respecto a este asunto, respetándonos, y cuidando nuestra comunidad de manera que nadie tenga que sufrir a causa de las críticas sociales sobre su cuerpo natural.
Lucía Valdemoros
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