El paso del tiempo y las experiencias me han enseñado lo importante y esencial que es quererse a uno mismo. Una vez que aprendes a quererte, tu vida y tu perspectiva cambia por completo.
Mucha gente relaciona el amor propio con la belleza exterior y no os culpo por pensar así porque yo antes inconscientemente también lo hacía. “Quizás si tuviera una nariz más pequeña, me querría más…”, “Quizás si tuviera el cuerpo de esa chica…”, “Quizás si vistiera de esa manera…”. Quizás, quizás, quizás… Con estas frases, casi sin darnos cuenta, estamos deseando ser una persona completamente diferente a la que somos.
El trayecto de quererse a uno mismo, de aprender a hacerlo, es de los aprendizajes más costosos, difíciles y a la vez, más interesantes que existen. Lo primero que tienes que hacer para conseguirlo es tener claro que quieres hacerlo, y que es un proceso complejo, y por ello, no hay que tirar la toalla a la primera. Puedo confirmaros que con empeño y constancia, todo se puede lograr. Es una lucha con nuestros pensamientos, y todos podemos ganarla.
Una vida sin amor propio está condicionada a que te preocupes el doble por todo y que sufras mucho más. Sin amor propio dejamos que los demás nos traten como quieren, dejamos que las opiniones y pensamientos que, sobre nosotros, tienen los demás nos machaquen e importen demasiado, nos sentimos insuficientes… y mil cosas más. No estoy segura del todo de quererme plenamente, pero si algo tengo claro, es que lo estoy logrando y tengo mucho más amor propio que hace unos años atrás. Lo sé porque no vivo con tanto agobio, no me machaco constantemente y me doy tiempo a mí misma para entender mis emociones.
Cuando uno se quiere a sí mismo, se quiere porque ha entendido que por mucho que se queje de todo, nada va a cambiar si no pone de su parte.
Irati Ibáñez,
Inma says
Muy bien Irati. Me encanta!!