3 de octubre.
En la penumbra del amanecer, mi reloj, con su monótono sonido, me termina despertando.
¿Existe Dios? ¿O nos enfrentamos a la oscuridad de la existencia en busca de respuestas más allá de lo visible? La pregunta es, ¿Hay algo más?
Desde siempre he preferido recurrir al agnosticismo, tal vez el conocimiento humano sea limitado. El conocimiento es el resultado de la razón y de la experiencia, que nos lleva hasta dónde los lleva. No hay evidencia de que exista un ser trascendente al mundo, pero claro, el conocimiento humano podría tener algo que desconocemos, y que a lo mejor supera, no solo extrapolando ese poder a la humanidad como género sino incluso el universo. No lo sé.
El día se alza, como siempre taciturno. En la parada, el autobús para, observo caras de personas que reconozco a pesar de no conocer, los asientos gastados y las ventanas empañadas son testigos de la rutina. El motor ronronea.
En el rincón de siempre me reparten el café, el placer efímero mañanero, espero un rato dejando el tiempo pasar. Por mis temblorosas manos el café se desbordó, una pregunta recorre mi cabeza volviéndose mi único pensamiento, ¿Existimos?
Acaso, ¿qué es existir? nuestra consciencia es la que le da sentido a todo, sea el correcto o no.
Desde la perspectiva científica, la pregunta sobre la existencia aborda el hábito de la Ontología, que es la rama de la filosofía que se ocupa de la naturaleza de la realidad. La ciencia se centra en el estudio de la realidad observable y busca explicar fenómenos y procesos a través de métodos empíricos y basados en evidencias.
En términos científicos, la existencia se relaciona con la capacidad de un objeto o entidad para ser detectado, medido, y estudiado de alguna manera, por lo tanto, la ciencia tiende a enfocarse en aspectos tangibles y observables del mundo, como la materia, la energía y los procesos naturales. La existencia, desde la perspectiva científica, se basa en la capacidad de un objeto o fenómeno para interactuar con el mundo físico, y ser observado o interferido a través de métodos científicos.
La ciencia y filosofía se complementan entre sí, pero con objetivos y enfoques diferentes.
La existencia humana puede llegar hasta ser absurda, en el sentido de que buscamos constantemente un significado y propósito en un mundo que parece carecer de estos. La vida es absurda, pero admirable. Nos enfrentamos a un mundo sin sentido, y sin embargo, estamos compelidos a buscar un sentido a nuestras vidas.
Entro a clase, mis pasos oxidados resuenan en el silencio de la habitación. Hay una atmósfera lúgubre. Una chica se acerca a mí, con su cálida sonrisa, sus ojos brillan con una chispa de curiosidad y amabilidad, y su voz es como una melodía que rompe el silencio. Ella es un faro en la niebla. A veces un lugar es menos sombrío de lo que parece.
El reloj avanza, es el único testigo de mi impaciencia. Como una observadora distante, contempló como las agujas avanzan con calma, mientras yo aguardo ansiosamente que el
tiempo transcurra más rápido. El presente se desliza con parsimonia mientras mi mente se proyecta hacia el futuro. En su constante marcha, el reloj me recuerda que el tiempo avanza a su propio ritmo, sin importar mi impaciencia.
Pasan las primeras tres horas. Bajo la penumbra de la biblioteca del colegio, entre estantes de historias olvidadas y conocimiento en reposo. Me pregunto en silencio: ¿dónde reside el alma?
¿Cúal es la relación entre el cuerpo y el alma? me preguntaba con incertidumbre. Algunos decían que el alma y el cuerpo son aspectos de una única entidad, otros que son entidades separadas y distintas. Pero, ¿Qué es el alma?
El concepto de alma es amplio, y varía entre las personas, se considera, generalmente, la parte espiritual o inmaterial de una persona. Dependiendo de la cultura o religión. Esta lleva y es responsable de la conciencia, personalidad o conexión con lo trascendental y lo divino.
Nunca he creído en el concepto del alma en sí, siempre ha sido usado para el consuelo y esperanza de uno mismo, incluso para sentir un propósito. Desearía que el alma fuera un concepto real, aunque pueda dar una mala interpretación ante el tema.
Muchas personas pierden oportunidades al estar espiritualmente unidos a una idea o un concepto que tal vez no sea real, dejando de centrarse en la realidad que nosotros tomamos como objetiva.
Otra de las cosas que me ha llevado a no creer en este tipo de concepto son las faltas de evidencias, digamos que no tenemos nada para demostrar la existencia del alma, desde el punto de vista científico. Por lo tanto, no creo en una relación entre el cuerpo y alma, si no por la experiencia existencial y lucha del individuo.
Pasaron las horas, hasta que llegué a casa, observé el cuenco de comida que mi madre me había dejado encima de la mesa. Entro a mi cuarto y no puedo evitar tumbarme un tiempo por el cansancio. Me quedo absorta mirando el techo, como si algo nuevo fuera a aparecer. Soy consciente de los deberes que tengo, y por mas que mi mente quiera hacer cosas mi cuerpo no se mueve. ¿Qué es el bien para mi?
¿Cuál puede ser la diferencia entre el bien y el mal? Esto puede variar dependiendo de la cultura o religión. Generalmente el bien se asocia a acciones comprometidas normalmente con lo correcto, mientras que el mal vendría a ser lo contrario. El sentido no es algo que esté preestablecido.
Obras como la Naranja Mecánica, Crimen y Castigo, y el Retrato de Dorian Gray, incluso, hablan bastante sobre estos puntos, ya sea directa o indirectamente.
No creo que tenga ninguna definición para el bien, para mi, el bien está atada a la empatía. El sentido de la justicia se determina en base a estos también. En el fondo, todo es para vivir en una sociedad en armonía, no hay una definición para la justicia, ni para el bien, ni para el mal. Son principios morales de los que cada persona debe de reflexionar.
Cuando el aburrimiento se apoderó de mí en el confinamiento de mi hogar, me arrastró hacia la ventana. Allí, mi mirada se posa en el mundo exterior, donde la vida prosigue sin mí, indiferente a mi. Veo cómo las hojas de los árboles se agitan sin rumbo en la tormenta. Veo a las personas apresuradas pasando por la acera, extraños sin nombre ni rostro en mi vida. Estos momentos de contemplación me ayudan, tal vez, ¿existe algún significado objetivo en el universo?
La cuestión del significado objetivo en el universo persiste, y me encuentro reflexionando sobre esta inquietante paradoja. El universo, en su vastedad, parece ajeno a nuestras búsquedas de significado. Sin embargo, en esta lejanía impersonal, encuentro un recordatorio de la absurdidad inherente a la existencia.
La indiferencia del cosmos, aunque inicialmente desoladora, también alberga una posibilidad intrigante. En la negación de un significado predeterminado, encuentro la libertad. Es en el acto de crear propósito en medio de la indiferencia cósmica que descubre la esencia misma de la existencia humana. Así, mientras el universo permanece impasible, yo elijo la incertidumbre y forjar mi propio significado. No como respuesta definitiva, sino como un acto de resistencia contra la apatía del cosmos, tejemos nuestro propio propósito, y eso, quizás, sea el significado último que podemos encontrar.
Seguido de esto, ¿Cuál es el sentido de la vida?
El sentido de la vida, esa pregunta inquietante que ha acompañado a la humanidad a lo largo de los siglos, es un enigma que continúa intrigando. Desde mi perspectiva existencialista, he llegado a la conclusión de que la vida en sí misma es absurda. El universo, con su vastedad indiferente, no nos ofrece un propósito intrínseco.
Para ilustrar este concepto, pondría como ejemplo el famoso mito de Sísifo, condenado a empujar una roca cuesta arriba eternamente, solo para verla rodar hacia abajo una y otra vez. Sísifo, para mí, personifica la lucha humana por encontrar significado en un mundo que parece carecer de ello. El sentido de la vida, según mi filosofía, no se encuentra en un destino final o en una respuesta definitiva. En cambio, se halla en la propia lucha. Es en el acto de rebelión contra la absurdez que encontramos satisfacción y creamos nuestro propio significado. La vida humana se define por la perseverancia y la elección de seguir empujando la roca cuesta arriba, a pesar de la aparente futilidad. Así, en lugar de buscar un sentido absoluto, abrazamos la incertidumbre y vivimos con pasión y autenticidad. A través de la resistencia ante la absurdez, encontramos belleza en la lucha misma, y eso, para mí, es el verdadero sentido de la vida.
Me siento frente al piano, las teclas esperan en silencio. Me entretengo buscando sonidos. Cada nota, desprovista de emoción, se convierte en un ladrillo en la construcción de una estructura musical. El piano, con su madera pulida y teclas de marfil y ébano, se erige como un monumento a la precisión y la disciplina. En este rincón de música, me sumerjo en el lenguaje abstracto de las notas y los acordes.
La partitura se convierte en un mapa a seguir. Cada movimiento de mis manos es una respuesta a una notación precisa. Sentarse a tocar el piano es un acto de interpretación, donde la mente y el cuerpo trabajan en armonía para dar vida a una partitura, revelando la belleza oculta en la simplicidad de las notas. ¿Qué es ser feliz?
La felicidad, en mi visión del mundo, es un fenómeno que se encuentra en el centro mismo de la existencia humana. En este universo absurdo y aparentemente indiferente, la búsqueda de la felicidad se convierte en un acto de rebeldía. La verdadera felicidad no reside en la negación del absurdo, sino en la aceptación consciente de él. En esos momentos de plena conciencia de la absurdez de la vida, encontramos una felicidad auténtica y efímera. La felicidad no es un estado constante, sino una chispa que ilumina la oscuridad de la existencia. Está en las pequeñas alegrías cotidianas, en la pasión que ponemos en nuestras acciones y en la solidaridad con otros seres humanos. Es en la lucha contra el absurdo, en la creación de nuestro propio significado en un mundo indiferente, donde encontramos momentos de felicidad. Así, la felicidad se convierte en un acto de resistencia, una rebelión contra el destino cruel de la existencia humana. O tal vez no.
El cansancio se apodera de mi. Me sumerjo en la quietud de la noche, apagando las luces y acomodándome bajo las sábanas. Las preocupaciones del día se desvanecen gradualmente, dejando espacio para la tranquilidad. Y finalmente consigo dormir.
Argia Arrollo Arrieta
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