«La obra del niño y la rosa», de Ainhoa Gómez Andrade, y «Lluvia» , de Amaia Eleta Marrodán, han sido los relatos premiados. Aquí puedes disfrutar de su lectura.
CATEGORÍA: 1º-3º ESO
LA OBRA DEL NIÑO Y LA ROSA
El telón , que ocultaba el escenario, muy pronto subiría. Una tenue luz empezó a alumbrarlo, dando visibilidad a la única persona que se hallaba en el centro.
Muy buenas noches. Hoy estoy aquí para contar una historia. Una historia sobre la esperanza -dijo la mujer con una voz suave mientras hacía leves gestos con sus manos para añadir más profundidad.
Hace mucho tiempo un joven niño habitaba en los bosques ayudando a toda persona que se perdía en él o requería de su ayuda. Pero a pesar de la constante presencia de personas , nunca nadie decidía parar y conversar con él , lo que le hacía cuestionarse cuánto tiempo más viviría en soledad.
Pero un día, mientras caminaba por los densos bosques, se encontró con una rosa azul muy hermosa y perfecta. Sentía que si pasaba un dedo por uno de sus delicados pétalos,se marchitaría. Sin nada más que hacer, el niño empezó a cuidar de la rosa tratándola como si fuera una persona. Cada vez que regaba sus raíces, sentía cómo el vínculo entre él y la flor se hacía más fuerte.
Pero, con el paso de algunas semanas, el niño empezó a notar cómo la flor se marchitaba debido al cambio de estación. El invierno se acercaba y amenazaba la salud de su amada posesión. El joven empezó a dar lo mejor de sí para evitar que muriese: la regaba más, le ponía más abono e incluso intentó trasplantarla a una maceta, pero no dio resultado. Conforme veía que sus raíces se empezaban a pudrir y que nada funcionaba, le atormentaba el pensamiento de que la única compañía que tuvo se iba a morir. Su cabeza le decía que podara la flor y esperase hasta que volviese a crecer en primavera pero se negaba a pasar tanto tiempo sin ella, a pesar de ser una idea egoísta.
Así que con el único propósito de estar con su amada hasta el final, el niño se quedó con ella todos esos fríos días de invierno, hasta que por la noche, la gélida ventisca acabó con ambos sin siquiera poder oponerse a su cruel destino. Al final ambos murieron con la esperanza de poder permanecer juntos y, tal vez, unidos incluso después de la muerte.
Al acabar de contar la historia volvió a su posición inicial en el centro del escenario y los aplausos se empezaron a oír: La gente parecía estar conmovida ante la trágica historia y eso le llenaba de orgullo.
La gente seguía en sus asientos, expectante, y la mujer decidió añadir una última cosa antes de retirarse.
“Al acabar de contar esta historia siempre me pregunto cómo la interpreta la gente que me escucha: si es una historia de amor entre el niño y la rosa, si es un relato trágico por la muerte del joven o si es inspirador por la esperanza que tenía el niño en no dejarla morir. Yo estoy abierta a todo tipo de pensamientos diferentes acerca de esta historia. Me gusta la gente que ve la vida con ojos distintos a los demás, que considera las cosas de modo distinto a la mayoría.
Muchas gracias por toda la atención que me han prestado esta noche. Han sido un público estupendo.” y con una última sonrisa se retiró escuchando los aplausos y viendo las sonrisas de satisfacción.
Ainhoa Gómez Andrade
Categoría: 4º ESO y Bachillerato
Lluvia
Lluvia. En verano, primavera, o invierno. Con calor o con frío. Dentro de casa o en la calle. A Isabel le gustaba la lluvia. Siempre escuchaba a los demás hablar sobre la lluvia como si de algo malo se tratase, “ hoy no salgo porque llueve”, “ estaba feliz pero se ha puesto a llover”. Isabel nunca había llegado a entender ese fastidio con el que se hablaba de la lluvia.
Porque ella disfrutaba los días de lluvia. Sin duda sus noches favoritas eran aquellas en las que caía una gran tormenta. Escuchaba las primeras gotas desde la cama y le invadía una inmensa felicidad. Con cuidado, abría la ventana, sacando las manos fuera y dejaba que la cálida lluvia las empapara. Así podía pasar horas observando cómo las gotas se reflejaban en la luz de las farolas. Entonces cogía su vinilo favorito de los Beatles y , con cuidado de no rayarlo, lo ponía sobre un tocadiscos algo antiguo que su padre le había regalado hacía unos años. Al contrario que mucha gente, en los días de lluvia a Isabel le apetecía salir y aunque nadie le acompañaba no le importaba y la lluvia seguía despertando un sentimiento muy profundo en su corazón. Podría decirse que estaba enamorada de la lluvia. Las pequeñas gotas pegadas a la ventana formaban una carrera divertidísima, aunque la gota por la que apostaba Isabel nunca ganaba, aún así siempre jugaba a ese juego en los días de lluvia.
Lluvia en verano, primavera, otoño o invierno. Con calor o con frío. Dentro de casa o en la calle. “La lluvia son las lágrimas de las nubes”, Isabel no creía en ese cuento. La lluvia no era sinónimo de tristeza sino un sentimiento parecido a la felicidad. La lluvia es vida. A Isabel le gustaba la lluvia.
Amaia Eleta Marrodán
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