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Aviones de papel

12 de mayo de 2025 Leave a Comment

El cuaderno forrado en cuero yacía sobre la mesa, con las esquinas desgastadas por el uso que Daniel le había dado desde hace ya meses. No lo había abierto en mucho tiempo, porque las historias que contenía solo lo llevaban a pensar en aquello que había rondado su cabeza desde que recibió esa llamada una madrugada: Alicia. Habían sido amigos desde primaria, cuando descubrieron su interés común por los libros y, desde entonces, habían escrito intimidad infinidad de historias juntos, pero Daniel nunca había pensado que cualquiera de ellas podría ser la última.

Después de sus horas de clase que pasaron por los ojos de Daniel como si fueran años, corrió a la estación de tren como todos los días y cogió el primer tren con destino al hospital. Al llegar, los médicos los saludaron como si fueran viejos amigos y le avisaron de que no hicieran ruido porque Alicia estaba dormida. Él se sentó al lado de la camilla con cuidado, pero al parecer no insuficiente, porque su amiga empezó a abrir los ojos.

  •  ¡Dani! ¿ ya son las tres o has vuelto a faltar a clase? Te dije que ni se te ocurriera saltarte las clases para estar conmigo, no hace falta que me vigiles todo el rato..

 Alicia siguió echándole la bronca hasta que él la interrumpió.

  • ¡Que no, pesada! Es que llevas dormida toda la mañana pero son las tres. Te he traído un bocata para que no tengas que comer lo de aquí.

Ella agradeció el gesto, pero dejó el bocadillo que le había hecho su amigo enfriarse, mientras hablaban de sus cosas y Daniel le ayudaba con la tarea. La tarde pasó en un abrir y cerrar de ojos y, de repente, había anochecido y Dani se tenía que ir a casa. En en el camino de vuelta, pensó en cómo habían cambiado las cosas en tan solo unos meses pero lo que menos esperaba, lo que había visto una y otra vez en sus pesadillas estaba a punto de ser cierto.

Habían pasado cinco meses desde el ingreso de Alicia, cuando Daniel recibió una llamada del hospital. No le hizo falta descolgar el teléfono para saber que todos sus miedos se habían hecho realidad en un segundo, pero aún así respondió. Estaba tan destrozado que, al ver el cuaderno encima de su mesa, empezó a arrancar las páginas una y con cada página una parte de él se perdía entre las historias, que se mezclaban con sus lágrimas.

Pasaron meses hasta que fue capaz de salir de casa. Había estado yendo al terapeuta y estaba mucho mejor. Y entonces algo se le cayó al suelo y, al agacharse, vio los papeles arrugados bajo su cama y se puso manos a la obra. Media hora hora después, desde la azotea de su edificio volaban cientos de aviones de papel llenos de partes de él y de su vida que nunca dejarían de vivir dentro de su alma para siempre.

Naiara Pascal

(Obra ganadora del concurso literario de relato breve, organizada por el Departamento de lengua y literatura, en el nivel de Bachillerato)

Filed Under: Espacio literario, Número 4

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